miércoles, 5 de septiembre de 2018

Matrimonio en el Plan de Dios - #42

El matrimonio y la familia en la enseñanza de Jesús


Jesucristo nos revela la voluntad divina sobre el matrimonio y la familia, desvelándonos en su predicación y obras el plan de Dios sobre ellos. Jesús reafirma la enseñanza del Génesis (cc. 1-2) sobre el origen divino del matrimonio (Mc 7,810). Al llevar a sus últimas consecuencias la ley mosaica (Mt 5,17) da así al matrimonio su plenitud final, haciéndolo signo de la unión entre Cristo y la Iglesia. Él mismo nació y vivió en una familia concreta y en  el episodio de las bodas de Caná, Jesús muestra su estima por el matrimonio, aceptando gustoso la invitación para él, su madre y sus discípulos, e incluso adelanta su hora, haciendo allí su primer milagro, convirtiendo el agua en vino, milagro cuyas consecuencias son que la fiesta no fracase, sus discípulos crean en Él y quede santificado el matrimonio (Jn 2,111).
           
De gran trascendencia para la situación de la mujer en la vida matrimonial es la declaración de que el matrimonio es indisoluble, tomando posición tanto frente a la escuela laxista de Hillel como frente a la más rigorista de Shammaí para anular el permiso mosaico del divorcio, apelando contra esa concesión (Dt 24,1) a pasos antecedentes (Gén 1,27 y 2,24) y concluyendo que la intención original del Dios Creador era que el matrimonio debe perdurar hasta el fin de la vida, cimentado en el amor, la fidelidad (Mc 10,212) y la capacidad de perdonar (Mt 18,21-35), texto éste situado inmediatamente antes de la declaración de la indisolubilidad, siendo además para Jesús por supuesto monogámico (Mt 19,3-6). Jesús declara en nombre de Dios que el sentido original y primario del matrimonio es que “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre” (Mt 19,6),  quedando así unida la indisolubilidad, es decir la fidelidad exclusiva del matrimonio, con la voluntad de Dios, por lo que Dios, y no sólo el hombre, actúa en la constitución de la pareja.

Pero Jesús también nos indica la raíz del mal: “por la dureza de vuestro corazón” (Mt 19,8), es decir,  por nuestra condición pecadora, si bien han llegado los tiempos mesiánicos en que hemos recibido un corazón y un espíritu nuevo para poder vivir según los mandamientos (cf. Jr 32,39-40; Ez 36,26-27). Con esto se reivindica para la mujer la igualdad de dignidad, derechos y deberes con el hombre, exigiéndose la fidelidad en el matrimonio a ambos hasta en los pensamientos más internos.
           
Las palabras de Jesús son tan netas que su interpretación literal es obvia, tanto más cuanto que los discípulos reaccionan afirmando “si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse” (Mt 19,10), aunque algunos creen haber encontrado campo para una excepción precisamente en el NT en los incisos de Mt 5,32 y 19,9.
           
La moral de Jesús busca la conversión y enseña que el deseo más profundo de dos seres que se aman es permanecer unidos de por vida, siendo el Espíritu quien nos regala este amor y nos hace capaces de él, porque el amor viene de Dios. En la perspectiva del Reino, y con la ayuda de la gracia de Dios, la fidelidad es más fuerte que el pecado (cf. Mt 19,11),  por lo que  ni el hombre ni la mujer pueden recurrir al divorcio y a un nuevo casamiento. Jesús, con su crítica al divorcio, tal como existía en el judaísmo, recuerda que el matrimonio no debe regirse solamente por prescripciones jurídicas y denuncia una ley injusta que consideraba a la mujer como propiedad del varón y que éste podía abandonar a su antojo.
           
Jesús subraya igualmente la responsabilidad moral de los esposos, que va mucho más allá de lo lícito y lo ilícito, lo permitido y  lo prohibido, e indica cuál es el designio de Dios creador: el matrimonio es la fuente de una vida familiar santa y feliz, en la que los esposos sirven a Dios con su amor recíproco. La escena de la bendición de los niños, colocada tras la disputa sobre la disolución del matrimonio (Mc 10,1316), nos indica su estima por la vida familiar.
           
Pero, además, Jesús valoriza el matrimonio, cuando se sirve de su simbología para ilustrar el significado de su venida como el Mesías esperado. Con frecuencia nos habla del reino de los cielos sirviéndose de la imagen de un banquete nupcial (Mt 22,114;  25,113; Lc 14,16-24), o habla de sí mismo como esposo o novio (Mt 9,1415; Mc 2,1819; Jn 3,28-29), mientras el título de esposa hace referencia al nuevo pueblo de Dios, a la Iglesia (Jn 3,29; 2 Cor 11,2; Ef  5,21-33). Se puede decir que para revelarse e infundirnos la virtud de la esperanza, Dios no ha encontrado mejor terminología que la matrimonial.
                                                                                                                                      Pedro Trevijano
https://www.religionenlibertad.com/opinion/40890/jesus-y-el-matrimonio.html

miércoles, 29 de agosto de 2018

JESUS Y LOS EXCLUIDOS DE SU TIEMPO

María von Doren
“A todas y todos, las y los marginados de la periferia, Jesús les dio el mismo respeto, la misma consideración.”
Para tener una guía, un modelo de actuar… no debemos buscar lejos, solamente hay que tomar el Evangelio mismo en nuestras manos, y reflexionar sobre ‘Jesús’, ejemplo por excelencia del ser humano, y sobre el ‘Cristo’, el ungido, que vino a salvar a todas y todos. Su obra de salvación no era tanto quitar los pecados y ajustar la deuda que la humanidad tiene supuestamente con Dios, sino holísticamente hacer a las mujeres y a los hombres más completos, más integrales, ‘seres humanos’ óptimos, como Dios quiere que sus criaturas sean, ‘a su imagen y semejanza, hombre y mujer’. El sueño de Dios se quedó desde el origen de la creación: tener un mundo más justo, de igualdad, que viva en paz y fraternidad/sororidad… y este es el proyecto de Jesús, por el cual Él vino a la Tierra y por el cual dio su vida, y al cual nos invita, a todas y todos. Este es el tan famoso ‘Reino’, y con este proyecto estamos comprometidos/as todos/as los/as cristianos/as, y los y las religiosas por su compromiso libre.
Jesús nació no tan pobre como nos gusta presentarlo, pero en una familia sencilla, viviendo en un ambiente austero, no entre los intelectuales, optando por una vida como ‘rabino itinerante’… lo que le facilitó elegir al pueblo sencillo…
Jesús se mezcló con la gente pobre, no excluyó a los pecadores, ni les condenó, ni creó leyes y normas para discriminarlos como hemos hecho tanto en la institución eclesial, hasta tarifar los pecados… Jesús no hizo diferencia entre sectores sociales cuando invitó a la multitud a sentarse en la llanura, promoviendo comida para todas y todos…
Jesús tomó a la mujer en serio… dejando que lo tocaran sin correr con urgencia a limpiarse, porque era impura y ni tenía que hablar con ella en público… ¡Tomó agua en Samaria, de una mujer!, no condenó a la pecadora cuando los importantes y poderosos de la comunidad judía la querían juzgar, dejó ungirse por ellas, una vez por una penitente, otra vez por una de sus amigas poco antes de irse a su muerte.
Las  incluyó  entre sus discípulos, dándoles el mismo reconocimiento y lugar como a sus hombres seguidores… y se les apareció primero después de su resurrección, mandándolas como convocadoras a los hombres que se escondieron por miedo. Jesús reconoció los derechos de los niños, metiéndolos en medio del grupo, pequeños que no tenían derechos en la sociedad judía, quitando así la arbitrariedad de los papás (¡los padres!), que tenían legalmente el derecho en su sociedad de hacer con ellas/os lo que les pareciera para su beneficio: matarlas/os o no, venderlas/os o no…
A todas y todos, las y los marginados de la periferia, Jesús les dio el mismo respeto, la misma consideración.
Por nuestro bautismo somos llamadas y llamados, todas y todos, a integrarnos en la comunidad cristiana… Por nuestra vocación religiosa, hombres y mujeres, optamos libremente de seguir de más cerca a Jesús.

jueves, 9 de agosto de 2018

La Familia de Nazaret: Ícono para las familias

María, Jesús, José. La Sagrada Familia de Nazareth. Una madre, un Hijo, un padre. Al parecer, una familia como tantas otras, pero a la cual la Iglesia propone para la contemplación e incluso para la imitación en sus virtudes, tal como lo dice en el Misal Romano, en la Fiesta de la Sagrada Familia: “Dios, que nos haces contemplar a la Familia de Nazareth, haz que podamos imitar sus virtudes” (1).


Las virtudes a imitar de la Familia de Nazareth son innumerables: María es una madre que cuida con todo amor a su Hijo Jesús, y así es ejemplo para toda madre con respecto a sus  hijos. ¿Cuántas madres no abandonan a sus hijos a su propia suerte, y los dejan vagar por el mundo, a la deriva, sin preocupare por ellos? Está comprobado que un gran porcentaje de la criminalidad se origina por no encontrar los hijos en los padres el cariño, el cuidado, el amor y el respeto que les deben los padres, y en primer lugar las madres, a sus hijos.

En este sentido, María Santísima es ejemplo insuperable de dedicación y amor a su Hijo Jesús: no lo abandona en ningún momento, no duda en abandonar su hogar y huir a tierras lejanas, a Egipto, para salvar la vida de su Hijo, amenazada por Herodes; María cuida de Él con el amor solícito de madre, desde el preparar la merienda, algo sencillo y simple -así como una madre amasa el pan y prepara la merienda para sus hijos, con leche, pan y miel, así hace María con su Hijo Jesús, que en el misterio es Niño y es Dios al mismo tiempo, y necesita de la merienda de María, hecha de panes caseros y de miel, servidos con el amor infinito de la Madre de Dios-, hasta ser capaz del sacrificio más extremo, doloroso y duro, como el ofrecer a su Hijo Jesús en la cruz, para la salvación del mundo.

María es ejemplo de amor insuperable de una madre hacia sus hijos, tanto en las cosas sencillas y simples de todos los días, como en los acontecimientos más dolorosos, como es la muerte de un hijo. No hay dolor más grande para una mujer como el dolor de la pérdida de un hijo, y en esto María es ejemplo insuperable. María es ejemplo en el amor y en el dolor: es ejemplo para las madres que aman a sus hijos, y es ejemplo para las madres que han perdido a sus hijos, porque su Hijo murió en la cruz, y el dolor de esta pérdida la sufrió María en su corazón, para consolar a todas las madres del mundo que pierden a sus hijos.

Jesús es ejemplo de amor, de obediencia, de sumisión filial y piadosa hacia los padres, es decir, es ejemplo de una sumisión no provocada por el temor, sino por el respeto y el amor piadoso, que es el amor de hijo y no amor de esclavo o de extraño en su propia casa. ¿Cuántos hijos tienen padres excelentes en todo sentido, y no saben aprovechar ese don que Dios les concede, faltándoles en todo, desde el levantar la voz hasta el abandonarlos en sus necesidades?

José es ejemplo de amor casto y puro hacia María y, si bien amó a María con un amor de hermano, puramente fraternal, pues era esposo suyo pero fue siempre Virgen, es por este amor casto que profesó a María, ejemplo de amor virtuoso –casto, puro, fiel- de todo esposo hacia su esposa. ¿Cuántos esposos, en la dura lucha cotidiana, no saldrían triunfantes de sus luchas, si tuvieran en José, que ama a María con amor casto, el patrón y protector?

La Iglesia nos pide entonces que contemplemos a la SagradaFamilia como modelo de toda virtud, pero podríamos preguntarnos: ¿Cuál es el motivo por el cual la Iglesia nos propone contemplar a esta Familia de Nazareth? ¿No podrían haber otras familias, igualmente santas y buenas para contemplar e imitar? ¿Por qué la Familia de Nazaret?.

El motivo es que no es una familia más, porque la Familia de Nazaret esconde un misterio insondable, incomprensible, el misterio absoluto de Dios Uno y Trino que se revela en ella y por ella.

El motivo es que en esta familia todo es santo: la Madre Virgen, el Hijo Dios, el padre virgen. La Madre es María Santísima, la Madrede Dios; el Hijo es Dios Hijo, Fuente Increada de la santidad; el padre es un padre adoptivo, casto y santo.

No es una familia más, porque toda la Familia contiene y refleja la santidad, la pureza y la perfección del Ser divino; es como si Dios Uno y Trino quisiera manifestarse visiblemente a través de esta Familia de Nazareth. Es lo que se deduce de las palabras de Juan Pablo II al referirse a la Sagrada Familia: “María, Jesús, José; he aquíla Trinidad terrena entre nosotros”. Juan Pablo II llama a la SagradaFamilia “Trinidad terrena”, pero no en un sentido figurado, sino porque realmente Dios Uno y Trino se manifiesta en y a través de esta Familia de Nazareth, de diversos modos: en María, inhabita la Persona del Espíritu Santo; el Niño Jesús es la Segunda Persona de la Trinidad, Dios Hijo; José es hecho partícipe por Dios Padre de su paternidad, concediéndole la gracia de una paternidad, casta, pura y santa, una paternidad adoptiva y espiritual de su Hijo eterno encarnado.

Es decir, la Familia de Nazareth es santa porque Dios Uno y Trino, Fuente de la santidad y la santidad en sí misma, vive y se refleja en y a través de la Familia de Nazareth.

Esta familia está compuesta por seres humanos como María y José, y por el Niño Dios, Jesús, y por esto la Sagrada Familia de Nazareth parece una más entre otras: una Madre, un padre, un Hijo; pero no es una familia más, porque en esta Familia todo lo humano se diviniza y al mismo tiempo se convierte en irradiación de lo divino: María es la Madre de Dios; su humanidad casta y pura se diviniza por la inhabitación del Espíritu Santo, que la convierte en la Madre de Dios, y la Presencia de su Hijo en Ella hace de María el primer cáliz dela Redención; Jesús es el Niño Dios, Dios hecho Niño sin dejar de ser Dios; su Humanidad santísima se vuelve Tabernáculo de Dios Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, que asume la Humanidad de Jesús en el seno virgen de María; José es el padre virgen , casto y puro, que ama con amor santo, puro y fraternal, a María, y con amor santo y puro a su Hijo adoptivo, que es Dios Hijo; José es el padre santo y adoptivo del Hijo eterno de Dios Padre.

Todo lo humano en la Familia de Nazareth se diviniza, porque se une a lo divino: el Espíritu Santo inhabita en María; la SegundaPersona de la Trinidad asume la Naturaleza humana del Niño de Belén, Jesús; la gracia, que proviene del Padre Eterno, llena el alma del padre adoptivo José, comunicándole la gracia de la paternidad.

En la Familia de Nazareth todo se vuelve santo al contacto con lo divino, pero también irradia lo divino y santo: del seno purísimo de María surge, como el rayo de sol atraviesa el cristal límpido, el Hijo eterno del Padre; Jesús, Niño Dios, Segunda Persona de la Trinidad, es la Fuente Increada de la Ggacia divina; José, padre virgen y adoptivo, es el modelo a imitar para todo padre que desee ser santo.
           
Porque todo lo humano se diviniza y se vuelve irradiación de la gracia divina, la Familia de Nazareth es la primera Iglesia, la Iglesiadoméstica: María es figura de la Iglesia y primer Tabernáculo y primer cáliz de Dios Hijo encarnado; Jesús es el Pan de Vida eterna, que surge del seno de María así como surge del seno virgen de la Iglesia el Pan de Vida eterna, Jesús Eucaristía; José, que es el padre virgen, que ama con amor fraterno, con amor de hermano, a María, y con amor de padre a su Hijo adoptivo Jesús, es el modelo de todo sacerdote y de todo amor sacerdotal para todo sacerdote de la Iglesiaque desee ser santo.
            
La Sagrada Familia es la Primera Iglesia, la Iglesia doméstica, y germen y embrión de la Iglesia Universal: María y José donan a su Hijo Jesús como Pan bajado del cielo y como Cordero del sacrificio, que se inmola en la cruz para la salvación del mundo; la Iglesia, como María, y el sacerdocio ministerial, como José, donan a Jesús Eucaristía como Pan bajado del cielo y como Cordero del sacrificio que se inmola sacramentalmente en el altar eucarístico.
Porque dona a su Hijo, Fuente Increada de la Gracia Increada,la Sagrada Familia es la Fuente de la santidad para toda familia humana y para toda la Iglesia, Familia de las familias de Dios.

Porque la Sagrada Familia es fuente de santidad para toda familia, es que la Iglesia nos la presenta no solo para que la contemplemos y para que imitemos sus virtudes, sino para que la santidad de Dios Uno y Trino que brota de esta Familia de Nazareth inunde todas y cada una de las familias humanas.

Te invitamos  a ver en la sección de arte y cultura, algunas obras  de la Sagrada familia, fuente de inspiración de varios artistas.

Fuente: (1) Cfr. Misal Romano, Fiesta de la Sagrada Familia, Oración colecta/ Angeles y Santos

lunes, 30 de julio de 2018

La familia de Jesús

Es muy poco lo que sabemos de la familia de Jesús, es decir, de los hermanos y hermanas de sus padres y de sus abuelos. No hay prácticamente ni rastro en los evangelios, y las menciones de los primeros cristianos tampoco son muy numerosas. Esto ha venido a construir una idea anómala de la vida de Jesús, imaginándole como un muchacho que creció sin apenas contacto familiar a excepción de sus padres. Pero esta visión no parece concordar con las numerosas parábolas en las que Jesús utilizaba las relaciones familiares para expresar sus enseñanzas, y que seguramente estaban sacadas de la propia experiencia personal.
¿Pero qué podemos saber sobre su familia según los evangelios?

Mt 1 16
Matán engendró a Jacob. Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Mesías.
Según Mateo el abuelo paterno de Jesús se llamaba Jacob y su bisabuelo Matán, pero esto no concuerda con el texto de Lucas.
Lc 3 23
Cuando Jesús comenzó ministerio, tenía unos treinta años y, en opinión de la gente, era hijo de José. Estos son sus ascendientes: Helí, Matat…
Lucas menciona a un tal Helí como abuelo paterno y a Matat como bisabuelo. La nula coincidencia entre los dos evangelistas hace dudar de la confiabilidad de los dos.
Mt 12 46
Mt 13 55
Mc 3 31
Lc 8 19
Aún estaba Jesús hablando a la gente, cuando llegaron su madre y sus hermanos.
¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llaman su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros?
Llegaron su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
Entonces se presentaron su madre y sus hermanos, pero no pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío.
Se nos menciona a sus hermanos (hermanos carnales o hermanastros según distintas teorías), pero nunca acompañados de otros parientes sino sólo de su madre.
Mt 10 3
Mc 3 18
Lc 6 15
Mt 27 56
Mc 15 40
Jn 19 25
Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo
Santiago el hijo de Alfeo, Tadeo
Santiago, el hijo de Alfeo, Simón llamado Zelota, Judas el hijo de Santiago
Muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para asistirlo, contemplaban la escena desde lejos. Entre ellas, estaban María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
Algunas mujeres contemplaban la escena desde lejos. Entre ellas María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Se tiende a identificar a estos Santiago el menor y José con los dos hermanos de Jesús mencionados en Mt 13 55. Pero conviene analizar los pasajes para advertir que no tiene sentido. Si así fuera, la “María, la madre de Santiago y José”, se estaría refiriendo a la madre de Jesús, y entonces Mc 15 40 sería más apropiado que dijera “María la madre de Jesús”.
Como vemos las referencias a parientes de Jesús son escasísimas. Tan sólo se nos menciona a una María, hermana de su madre, y por tanto tía de Jesús, en Jn 19 25. Pero esta referencia parece una corrupción. ¿Cómo es posible que la madre de Jesús tuviera una hermana con su mismo nombre? Ningún padre, por razones prácticas y obvias, pondría el mismo nombre a dos hijas. ¿Cómo conciliar esto? En mi opinión, el texto de Jn 19 25 es una corrupción que debería ser traducida por
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la cuñada de su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Es decir que esta María era en realidad la mujer de un hermano de María llamado Cleofás.
Las referencias a otra María que se ha identificado por muchos estudiosos como la madre de dos hermanos de Jesús también contienen corrupciones y se interpretan erróneamente, en mi opinión. Esta María, que no tiene nada que ver con la anterior, es la madre de dos apóstoles llamados Tadeo y Lebeo (Thaddeus y Lebbaeus). Que no tiene nada que ver con la María anterior se muestra en el hecho de que uno de ellos, llamado Santiago, se dice que es hijo de Alfeo, y al otro, de nombre Judas, se dice que es hijo de Santiago. Por tanto nada que ver con Cleofás.
Pero las referencias que aparecen en los evangelios de estos dos personajes son contradictorias. A uno se le llama de forma constante Santiago, diciendo que es hijo de Alfeo. Mencionar aquí el nombre del padre tiene mucho sentido si consideramos que tenemos a otro Santiago entre los apóstoles, el hijo de Zebedeo. El nombre del padre, por tanto, como era costumbre judía, servía como apellido para distinguir a personas tocayas. Pero las menciones al otro apóstol, que se realizan siempre a continuación del primero, son todas distintas. A este apóstol se le llama Tadeo y Judas el hijo de Santiago (y puede que en Mt 27 56 y Mc 15 40 se le esté llamando José si imaginamos que quien estaba al pie de la cruz era su madre).
En cualquier caso, no parece que se pueda identificar a estos Santiago y Judas Tadeo con los dos hermanos de Jesús que en los inicios del cristianismo obtuvieron tanta fama, y de los cuales se conservan cartas en el Nuevo Testamento. No se comprende que si Jesús tenía hermanos entre sus apóstoles, los evangelistas les mencionen pidiendo ser recibidos por él (Mt 12 46, Mc 3 31 y Lc 8 19). Por otra parte, al Santiago “hermano de Jesús” se le apodó “el Justo”, mientras que en estos pasajes se le apoda “el menor”. Además, si hubiera sido hermano de Jesús, su padre habría sido José, y no Alfeo, como aquí se nos dice.
Ante este panorama de desconocimiento, no queda otra alternativa que acudir a otra literatura para obtener más datos sobre los familiares de Jesús. Y un libro que nos proporciona una gran cantidad de respuestas es El Libro de Urantia. Eso sí, siempre y cuando estemos dispuestos a conceder a este libro la credibilidad de ser una revelación.
¿Qué cuenta El Libro de Urantia sobre los familiares de Jesús?

122: 3.3
En el viaje de vuelta, María visitó a sus padres, Joaquín y Ana. Sus dos hermanos, sus dos hermanas y sus padres consideraban con excepticismo la misión divina de Jesús, aunque por supuesto en ese entonces nada sabían de la visitación de Gabriel. Pero María sí le confió a su hermana Salomé que creía que su hijo estaba destinado a ser un gran maestro.
122: 5.1
[José] En su juventud, conviviendo con sus ocho hermanos y hermanas.
122 : 5.9
Poco tiempo después se mudaron a su nueva casa en Nazaret, que había sido construida por José con la ayuda de dos de sus hermanos.
122: 5.10
La mayor parte de la familia de José se convirtieron en creyentes de las enseñanzas de Jesús, pero muy pocos de los parientes de María creyeron en él hasta después de su partida de este mundo.
122: 7.4
El construir y amueblar la casa había sido un gasto grande para José quien también tenía que contribuir para mantener a sus padres, puesto que su padre había sido incapacitado poco tiempo antes.
123 : 1.1
Llegaron sin haber sido anunciados a la casa de Nazaret, ocupada desde hacía más de tres años por uno de los hermanos casados de José. Éste demostró gran sorpresa al verlos;
123 : 1.6
Fue a mediados del verano de este mismo año cuando José construyó un pequeño taller cerca de la fuente del pueblo y del solar donde paraban las caravanas. A partir de entonces hizo muy pocos trabajos de carpintería al día. Tenía como socios a dos de sus hermanos y a varios obreros más, a quienes enviaba a trabajar fuera mientras él permanecía en el taller fabricando arados, yugos y otros objetos de madera.
123 : 1.7
[María] vistió a sus dos hijos y huyó con ellos a la casa de campo de su hermano, varios kilómetros al sur de Nazaret, en la carretera de Meguidó cerca de Sarid. No volvieron a Nazaret por más de dos meses; Jesús disfrutó mucho de esta su primera experiencia en una granja.
123 : 3.7
En junio de este año José entregó su taller de Nazaret a sus hermanos.
123 : 6.1
[Jesús] hacía sus tareas tan bien que se le permitía una semana de vacaciones por mes. Generalmente pasaba esa semana con su tío el pescador en las orillas del mar de Galilea cerca de Magdala, o en la granja de su otro tío (hermano de su madre) ocho kilómetros al sur de Nazaret.
Da la sensación de que el texto menciona al tío de Jesús de Magdala como si fuera hermano de José, su padre. De ahí la expresión “hermano de su madre” para el otro tío de Sarid.
126 : 5.8
Ya un tío suyo se habían hecho cargo de la tienda de provisiones de la familia.
127 : 1.6
Durante este año entero Jesús no pudo alejarse casi nunca de su banco de carpintero.
127 : 2.4
Uno de los tíos de Jesús (Simón, el hermano de María) ya se había unido al grupo [nacionalista], llegando a convertirse con el tiempo en oficial de la división galilea, lo cual dio lugar a que se proujera cierto distanciamiento entre Jesús y su tío durante varios años.
Como hemos visto en el pasaje anterior, Jesús parece que permaneció durante todo un año en Nazaret. Se menciona que su tío, Simón, hermano de María, el que se había hecho zelote, lo instó a unirse al grupo. Si Jesús no pudo ir durante un año ni a Magdala ni a Sarid, el tío zelote, por tanto, debería vivir en Nazaret y ser otro tío diferente a los dos anteriores.
127 : 2.7
La posición de Jesús se vio aun más dificultada porque su madre, su tío e incluso su hermano menor Santiago, lo instaban a abrazar la causa nacionalista.
128 : 7.8
Antes de la cosecha, llevó a Judá a visitar al tío granjero que vivía al sur de Nazaret; pero Judá no se quedó mucho tiempo después de la cosecha, sino que se escapó de la granja del tío. Poco tiempo después lo encontró Simón viviendo con los pescadores del lago. Cuando Simón lo trajo de vuelta al hogar, Jesús tuvo una conversación con el fugitivo muchacho y, puesto que quería ser pescador, lo llevó a Magdala, entregándolo a la custodia de un pariente que era pescador.
187 : 3.2
Junto a la cruz estuvieron en distintos momentos de la crucifixión María, Rut, Judá, Salomé (la madre de Juan), y un grupo de mujeres, sinceras creyentes, que incluía a María la mujer de Cleofás y la hermana de la madre de Jesús, a María Magdalena, y a Rebeca, anteriormente de Séforis.
188 : 1.7
Las mujeres que así permanecieron junto a la tumba este viernes por la noche fueron: María Magdalena; María la mujer de Cleofás; Marta, otra hermana de la madre de Jesús, y Rebeca de Séforis.
Las conclusiones que extraemos son:
En cuanto a la familia de María, sus padres se llamaban Joaquín y Ana, y tenía dos hermanos y dos hermanas. Uno de sus hermanos, anónimo, vivía cerca de Sarid y por tanto de Nazaret en una granja (es el tío de Jesús que podríamos llamar “granjero”, y de quien Jesús derivó todos sus conocimientos agrícolas). Otro de los hermanos es Simón, de Nazaret, que fue un jefe importante de los zelotas en Galilea, y animó a Jesús a unirse a la causa. En cuanto a las dos hermanas, una llamada Salomé se nos menciona en 122: 3.3, y la otra, llamada Marta, se nos menciona en 188 : 1.7. Por tanto, no encaja que se hable de otra María, mujer de Cleofás, como hermana de María en 187 : 3.2. Pero tampoco tiene mucho sentido interpretar de nuevo en El Libro de Urantia, al igual que en los evangelios, una corrupción de “hermana” por “hermana política” o cuñada, porque eso significaría que el hermano anónimo “granjero” no es otro que Cleofás. Entonces, ¿por qué no le menciona por su nombre cuando habla de él en el documento 123?
Una posible explicación es que la mención “Sus dos hermanos, sus dos hermanas” de 122 : 3.3 no se refiere al total de sus hermanos, sino a los que vivían en Nazaret (recordemos que uno vivía en Sarid, fuera de Nazaret), por lo que habría que ampliar el número de hermanos y hermanas a un número indefinido en el que sí podría entrar este Cleofás. Otra posible explicación es que cuando nació Jesús su madre sólo tuviera cuatro hermanos y hermanas, pero después María tuviera nuevas hermanas o hermanos, por lo que Jesús tendría tías o tíos más jóvenes que él.
La explicación de que “María, mujer de Cleofás”, sea una corrupción de “Marta, mujer de Cleofás”, de modo que Cleofás sea en realidad cuñado de María, no nos vale porque en 188 : 1.7 se nos menciona a las dos hermanas de María. Es más, aquí se nos dice explícitamente: “Marta, otra hermana de la madre de Jesús”. Esto, dicho después de haber designado a María la mujer de Cleofás como hermana de María, no deja lugar a dudas. Eran dos personas distintas y ambas eran hermanas de María.
Todo esto sólo nos deja como opciones: o que sea una corrupción por “cuñada” y Cleofás sea el hermano de Sarid, o que María efectivamente tuviera otra hermana llamada María y por tanto el número de sus hermanos fuera de al menos cinco y no cuatro, aunque fueran cuatro los que vivían en las proximidades de Nazaret.
En cuanto a la familia de José, no se nos mencionan los nombres de los padres, pero sí que José tuvo ocho hermanos y hermanas. Al menos dos vivían en Nazaret (122 : 5.9). Uno se nos menciona que se hizo cargo de la tienda de provisiones de la familia. El tío de Jesús que era pescador y vivía cerca de Magdala yo creo que era otro de los hermanos de José, aunque ya hemos visto que adjudicar a María sólo dos hermanos podría no ser del todo correcto.
Dejando a la imaginación actuar
En definitiva, a pesar de utilizar El Libro de Urantia como fuente creíble, seguimos sin disponer de información como para hacernos una idea suficiente del número de tíos y tías que tuvo Jesús, especialmente en Nazaret, y mucho menos de sus primos y primas, que seguro que tuvo muchos.
Por tanto lo que voy a hacer aquí es ofrecer una versión inventada por completo, aunque basada en todos los datos que dispongo, de cómo pudo ser la familia al completo de Jesús. Esta familia es la que luego se dejará entrever en el relato de “Buscando a Jesús de Nazaret”.
La familia de José
Jacob y Raquel, abuelos de Jesús, tuvieron como hijos a José, Jonás, Amós, Janai, Simón, Juana, Miriam, Ruth, Marta, y éstas son sus familias:
  • José se casó con María (ver más abajo).
  • Jonás, de Nazaret, fue carpintero asociado de José en su taller, y luego se hizo cargo de la tienda de provisiones. Se casó con Sunah y tuvieron a: Jonás, Obén, Sera, Rejina.
  • Amós, de Nazaret, fue quien ocupaba la casa de José a su regreso de Egipto. Se asoció con José en el taller de carpintería, y luego fue dueño de este taller. Se casó con María y tuvieron a: Jacob, Juan, Manaél, Jesuá, Mirna y María.
  • Janai se casó con Yenoah y tuvieron a: Simón, David, Jesús, Janai, Raquel, María e Isabel.
  • Simón (pescador de Magdala) se casó con Seraj y no tuvieron hijos.
  • Juana se casó con Jebod y tuvieron a: Judas, Jebod, Josí, Ana y Susana.
  • Miriam se casó con Eleazar y tuvieron a: Elías, María y Ana.
  • Ruth murió poco antes de llegar a casarse.
  • Marta murió unos años antes que Jesús, soltera.
La familia de María
Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, tuvieron como hijos a: Simón, Joatán, María, Mariah, Salomé y Marta, y éstas son sus familias:
  • Simón, de Nazaret, que se hizo zelota y fue un caudillo destacado de los nacionalistas en Galilea, se casó con Ainar y tuvieron a: Joaquín, Jesús, Jacob, Judas y Esther.
  • Joatán, que se trasladó a vivir en una granja en el campo cerca de Sarid, al sur de Nazaret, se casó con Jerusa y tuvieron a: Eleazar, Jonatán, José, Serod, Mariah y Súa.
  • María se casó con José (ver más abajo).
  • Mariah, que nació después que Jesús, se casó con Cleofás, ambos vivieron en Nazaret y tuvieron a: Joán, Fasael, Nida, María, Marta, Ruth, Esther y Alejandra.
  • Marta se casó con Juan y tuvieron a: Josim, Rubén, Jesús, María, Rebeca e Isabel.
  • Salomé fue soltera toda su vida y cuidó de su madre Ana.
La familia de José y María
José y María tuvieron, aparte de a Jesús, a: Santiago, Simón, José, Judas o Judá, Amós, Marta, Miriam y Ruth, y éstas son sus familias:
  • Santiago se casó hacia noviembre del año 20 con Esta (128:7.10). Se trasladó a Cafarnaúm siguiendo las huellas de Jesús, y trabajó en Cafarnaúm junto a Jesús en el astillero de Zebedeo (134:1.1). En el año 25 Santiago contaba con tres hijos: dos chicos y una chica, el menor de apenas un año. Se llamaban, por orden de edad: Santiago, María y José. El año 27 tuvieron a su cuarto hijo, Eleazar, y luego tuvieron: Ana (29), Marta (33), y Sara (35).
  • Simón se casó a primeros de marzo del año 24 (134:1.4) con Ana y vivieron en Nazaret. Su primer hijo, Juan, nació en febrero de 26. Luego tuvieron seis más: Judas (29), Simón (31), María (32), Berenice (34), Samuel (35) y Josías (38). Simón era albañil y socio de Jacobo (128:2.2), el marido de Miriam.
  • José se casó con Rebeca, mientras Jesús estuvo de viaje, hacia los años 22 ó 23, y vivieron en Nazaret, en la antigua casa de la familia (134:1.6). Tuvieron a su primer hijo, Ariel, a principios del año 24, y luego tuvieron a Jesús, en julio de 26, José, en abril de 28, María, en enero de 30. Después de morir Jesús tuvieron otro hijo el año 32. José se ocupó durante un tiempo de la tienda de provisiones para caravanas, y luego la dejó en manos de un socio y se dedicó a la carpintería.
  • Judá se casó con Marta a primeros de marzo de 24 (134:1.4), en una doble boda con Simón, y vivían en Magdala. Marta tuvo frecuentes problemas de salud, y sólo tuvieron un hijo, el año 33, llamado Judas. Judá era pescador.
  • Miriam se casó con Jacobo, el amigo de la infancia de Jesús, en la misma boda que Santiago. Jacobo era albañil y vivía en una casa adyacente a la de José en Nazaret. La madre de Jacobo, Ana, vivió siempre con ellos. Jacob el padre, que había sido socio de José, había muerto años antes de casarse ellos. Tuvieron a su primer hijo, Jacob, en el año 22, y a su segundo, José, en el 24. Luego tuieron tres más: María (28), Saúl (31) y Ana (33).
  • Marta se casó con Jesús en octubre de 21. Tuvieron a su primer hijo, a quien pusieron Jesús, a mediados de diciembre de 25. Luego tuvieron siete más: José (27), Matán (30), María (32), Judas (33), Ana (35), Elizabeth (37) y Jebud (40).
  • Amós. Nace el 9 de enero del año 7 d. de J.C. Tenía casi 13 años menos que Jesús. Murió el 3 de diciembre del año 12 d. de J.C., con casi 6 años, de una infección.
  • Ruth no se casó mientras vivió Jesús. Poco tiempo después de morir él, a primeros de junio de 30, se casó con David Zebedeo (190:1.10). Ruth vivió antes de casarse en la casa de su madre en Cafarnaúm, a la que también se trasladó desde Nazaret la familia de Santiago (134:1.6). Ruth y David tuvieron tres hijos: Jesús (32), Marta (34), y Mariamme (35). Ambos se trasladaron a Filadelfia a primeros de junio de 30, donde vivieron. David se ocupó de servir en la nueva casa de Lázaro en Filadelfia como protector y ayudante.
¿Son fiables estos nombres y estas biografías?
Realmente no. La mayor parte de los datos anteriores son elucubraciones obtenidas a partir de El Libro de Urantia. Pero no hay constancia de esta información ni en los evangelios canónicos, ni en los apócrifos, e incluso hay muy poca confirmación del propio Libro de Urantia. La familia de Jesús, sus primos, sobrinos, y los descendientes de éstos, desaparecieron de las páginas de la historia, para ceder su protagonismo a un nuevo tipo de personaje: los primeros creyentes cristianos. Esto me hace extraer una primera conclusión: Jesús tuvo pocos seguidores entre sus propios familiares. Tan sólo han saltado a las páginas de la historia sus hermanos Santiago, al que se le apodó “el Justo”, y que fue sin duda el primer obispo o director de la iglesia de Jerusalén, y también Judas. Curiosamente, El Libro de Urantia confirma con su relato que estos dos hombres tuvieron una especial cercanía con Jesús.
Pero de sus descendientes, excepto una anécdota recogida por el historiador Hegesipo en sus “Comentarios de los Hechos de la Iglesia”, relativo a un interrogatorio por parte del emperador Domiciano de unos nietos de Judas, el hermano de Jesús, nada de nada. No dejaron ni rastro en los siglos subsiguientes. Y quizá es comprensible. Estos descendientes de la familia de Jesús pasaron a convertirse, de la noche a la mañana, en la familia más perseguida y más odiada de la tierra. No es difícil imaginar que desearan un anonimato que les llevó a desaparecer de los textos históricos.
Referencias:
“El Libro de Urantia”
“Los evangelios”
Escritos de Hegesipo disponibles en: